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Amazonas - La odisea - 1700 km a 20 km/h

Encontrar AR Transportes (punto de venta de los pasajes, después me iba a enterar que también había personas vendiendo a buen precio en la misma puerta de la terminal marítima...) fue una tontería comparado con lo que me esperaba.


Un día paseando me acerque a la terminal para averiguar cómo embarcaría, tuve que llevar la moto por la mañana temprano el 24, yo embarcaría luego a las 17 hs. Como todo puerto, varios estibadores cargando el Rondonia, me acerco al barco para hablar con el capitán para que me dejen subir a mí mismo la moto pero cuando vi por donde!!! Nooooo… ni en pedo!!! Una tablita de unos 30 cm, el rio allaaaa abajo y el navío a no menos de 1 mt, dije para mis adentros que la suban profesionales… jajajaja de repente se me cambio el título de estibadores a Profesionales che!!! 


En fin,  a las 14 hs estaba en la terminal, embarcamos 17 hs. Mientras caminábamos hacia el navío, el ojo entrenado de uno de los estibadores me detecto entre la multitud y se me arrimo diciendo en su portugués pisado ´´señor la moto está arriba, quédese tranquilo que todo salió muy bien, nos aseguramos de que no sufriera ningún daño…´´  traduciendo ´´Extranjero + Moto = Propina ´´ a buen entendedor  pocas palabras, apareció un diego (como decimos en Argentina) para el hombre que se veía muy maltratado por una vida de mucho esfuerzo;  aunque no era mucho, se fue contento. 


 Una vez arriba, las corridas para asegurarse el mejor lugar para colgar las hamacas, yo la coloque al lado de José un señor mayor que por suerte conocí mientras esperábamos embarcar y que terminó siendo un gran compañero de viaje, dado que las cosas de uno (mochila, alforjas, todas tus pertenencias) las colocas debajo de la hamaca al igual que todos y al alcance de cualquier malintencionado… ahora ducharse, ir al baño o ir a comprar comida iba a ser más seguro al menos hasta Santarém, mitad de viaje, donde desembarcó.  Zarpamos a las 19:30… dormir era un tema aparte para mí, primerizo en hamaca, encima de red! Con sus agujeros y sus nudos, 127 movimientos y medio para acomodarme, la primera noche… un desastre, casi ni dormí y para mejorar la situación, todas las mañanas te despertabas pegoteado por la humedad del rio.




Lo único que aliviaba el tremendo calor húmedo era darse una ducha y salir urgente de allí sin secarse (no había ventanas solo un par de agujeros de 15 cm en la parte superior del recinto de las duchas).



Parecía que estaba en la colimba, un tripulante con un silbato tipo réferi a las 6 am te avisaba que se estaban vendiendo los desayunos (casi igualitos todos los días) café y leche que te servías vos mismo en un vaso plástico descartable, un pan al que le podías poner manteca que estaban en las mesas y algunos días te ofrecían además un vaso igual de arroz con leche o mingal… una especie de arroz con leche hecho de maíz blanco creo… la verdad no sé pero me lo comí, no tenía opción.
El almuerzo o la cena igual, todo parecido: carne o pollo te preguntaban… el cual venia siempre acompañado por arroz, fejao (porotos) y alguna verdura hervida o fideos.
Tenías también unos bebederos de agua filtrada fría a disposición, a pesar de dudar un poco, el consumirla no me enfermo en absoluto.
Luego toda otra agua que se podía ver en el barco era del propio rio (lavabos, baños y duchas).




El 25 a la noche llegamos a Gurupá, aún se estaba de festejo en los barcos del puerto. 



Todas las mañanas bien temprano se acercaban al barco desde cabañas costeras canoas a remo muchas veces manejadas por niños que no superaban los 10 años o madres con sus críos a la espera de que les regalen algo desde el barco, por lo general es ropa o medicamentos cosas que les es imposible conseguir en medio de la selva.




El primer día me quede maravillado por el raro espectáculo y a la vez afligido por la penosa situación de la mayoría de esta gente aunque no hay que olvidar que muchos tienen antenas parabólicas de tv satelital!


                 Una vista general de la cubierta del Navio Rondonia una mañana de tantas.



Llegamos a Santarém (mitad de mi recorrido hacia Manaos) a la media noche, obviamente nadie para descargar o cargar el navío, dado que además de pasajeros y algunos vehículos, también lleva mercadería para los pueblos y ciudades de esos lugares del Amazonas donde no se puede llegar por la intransitable Transamazónica. Resumiendo estuvimos parados 14 hs en ese puerto la actividad comenzó a las 7 am y solo seso a las 2 de la tarde, hora de continuar el viaje.




Desde allí seguiría solo, mi compañero José había llegado a su destino y para completar, ya había visto que en las hamacas contiguas uno de los muchachones tenía una tobillera negra con un aparatito que tenia un led rojo que destellaba, sí!… el otro estaba tatuado hasta las uñas, si bien habían subido en lugares diferentes, ambos traían poco equipaje charlaban constantemente alejados de las hamacas, mis pertenencias no estarían seguras, así que decidí buscar el salón con aire acondicionado, según lo detallado en mi ticket y que creí que no existía, al fin en el 3° piso lo encontré y allá fui con todo. La cosa había cambiado y el resto del viaje lo pase tranquilo.  



Solo bajaba de vez en cuando a la bodega para ver que la moto estuviera bien, para poner en marcha dos veces por día y para ver que no tuviera faltantes pues en los puertos estaba lleno de cargadores que no eran del barco y además de vez en cuando alguna canoa se prendía al pasar y subían al barco para vender, como se ve en la foto, cosas hechas por ellos mismos como palmitos, pero si había oportunidad..... y otros solo para robar, sin contar la venta ambulante que subían mientras el navío estaba atracado, con ojos y manos muy sagaces, preparados para cualquier descuido.


Lamentablemente antes de llegar a destino en algún puerto ´´perdí´´ mi apoya mano de acelerador, una pequeña pieza no muy cara pero indispensable para viajes largos e imposible de conseguir en Brasil.
En medio del Amazonas, nos juntamos lado a lado el otro navío de AR Transportes que puede llevar vehículos, aunque en menor cantidad, este barco es más pequeño pero un poco más rápido.


Nota: en uno de los pueblos, nos detuvimos por unos minutos y baje del barco para comprar una botella de Guaraná de 2 lts que no tenían a bordo, corriendo en chinelas por la vereda le metí un patadón a un pedazo de material que sobresalía (así es todo Brasil) y me fui al piso, un poco de sangre, dolor fuerte y rengueo hasta el barco, con el pasar de las horas todo empeoró casi me quiebro el dedo, tuve que ir a la enfermería… unos masajes con desinflamatorio, unos comprimidos para el dolor y a esperar, el dedo era el mismo herido hace años y nada más se podía hacer.


 Llegamos a Manaos,  ´´ Al fin!!!´´ no aguantaba más la humedad y para mejorar el ultimo día no limpiaron el barco, imagínense las duchas y los baños!... unas horas más y desembarcábamos,  mucho no importaba, a no ser porque llegamos a las 21 hs muy tarde para andar buscando hotel, la ciudad es peligrosa y tuve que quedarme a bordo una noche más!

A la mañana siguiente desembarqué la moto yo mismo pero sin equipaje,  por 3 tablas juntas y con ayuda de dos cargadores. Cargué los bagayos y salí, no sin antes despedirme de algunos de los encargados del barco que me trataron muy bien.  Al dirigirme a la puerta después de haber recorrido como 200 mts de muelle escucho un silbato, un guardia que me paraba para que pague el derecho de uso del espigón, R$ 45.- nuevamente aquella simple cuentita, ´´Extranjero + Moto = Propina´´ aunque me hayan dado recibo, así lo sentí puesto que un residente de Manaos que venía conmigo con su moto, me había advertido que no debían cobrarme por desembarcarla.
Para terminar la odisea, después de pagar intento poner en marcha La Flaca y no arranca!... no hacia nada... no era el corte.... mmmm no era que estaba en cambio... ni tampoco la muleta baja... oh oh!!! y ahora?!!... carajo!... me baje y la miré como diciendo que te pasa ahora? no querés salir de este lugar o extrañas el barco? por ahí se me prendió la lamparita, sera algún cable flojo?!!... toqueteando por aquí y por allá, dio señales de vida. Era uno de los cables del burro, el bulón se había aflojado. Salí por el portón del puerto pensando en no repetir la experiencia nunca mas... pero saben que?... esta travesia por el Amazonas me lleno el alma y al final me dejó un gran recuerdo que valoraré por el resto de mi vida.

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